8 de Diciembre del 2008
Pueblo dominicano:
Al entrar el mes de diciembre hemos llegado a la fase final de este año 2008, el cual ha sido un año difícil y complicado por los distintos desafíos a que hemos tenido que enfrentarnos.
Cuando todavía no nos habíamos recuperado plenamente de los efectos devastadores de las tormentas tropicales Noel y Olga, ocurridas a finales del 2007, se precipitaron sobre el territorio nacional, entre julio y septiembre de este año, cuatro fenómenos atmosféricos: Fay, Gustav, Ike y Hanna, los cuales generaron nuevas pérdidas en vidas humanas, a las propiedades y al sistema productivo nacional.
Como consecuencia de esta situación, el Gobierno se vio compelido a extender, durante gran parte de este año, los programas de reconstrucción de viviendas, puentes, carreteras y caminos vecinales, así como la asistencia técnica y financiera al sector agropecuario, los cuales habían sido estimados, sólo por los efectos de las tormentas Noel y Olga, por encima de 14 mil millones de pesos.
Pero en adición al impacto de esos fenómenos de la naturaleza, el país se ha visto afectado este año por la ocurrencia de tres verdaderos huracanes, aunque estos últimos, más bien, de carácter económico y financiero.
Nos referimos, por supuesto, al incremento desorbitado de los precios del petróleo y de los alimentos, así como de la crisis financiera global, la cual ha dado origen a la actual recesión económica que se esparce por todo el mundo, la más grave, severa y profunda desde la Gran Depresión de los años treinta.
A pesar de ese panorama ensombrecido, hasta el mes de julio de este año el desempeño de la economía dominicana estuvo conforme a lo que inicialmente se había proyectado; pero a partir de ese momento, la incidencia de los factores antes mencionados, esto es, el incremento de los precios del petróleo, de los alimentos o insumos para su producción y la crisis financiera global, empezaron a surtir sus efectos sobre el comportamiento de los principales indicadores de la economía nacional.
Con la finalidad de proteger a los sectores más vulnerables de la población de los estragos generados por los vientos huracanados de estos fenómenos de la economía mundial, el Gobierno se vio obligado a aumentar significativamente los subsidios.
Eso implicó la erogación de mayores recursos destinados a la energía eléctrica, el gas propano y el gasoil, así como a alimentos básicos de la canasta familiar, como son el arroz, la leche, el pan, la habichuela y el pollo. Además, se aumentó el alcance y la cobertura del Plan de Solidaridad.
De igual manera, frente a la crisis externa que generó una disminución de la demanda internacional por productos manufacturados, el Gobierno aplicó el denominado Programa de Preservación de Empleos al Sector de Zonas Francas, con la intención de evitar despidos masivos de trabajadores, y de esa manera llevar la tranquilidad a muchos hogares dominicanos.
El propósito de todas esas medidas era el de disminuir el impacto de la crisis sobre los niveles de pobreza y los ingresos reales de los segmentos más desprotegidos de la nación.
En adición a este oscuro panorama, debemos indicar que la crisis financiera global, que ha afectado a la generalidad de los países del planeta, ha incidido de manera particular sobre las naciones desarrolladas, fundamentalmente de los Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, al cual vendemos aproximadamente el 65 % de nuestras exportaciones.
Según las más recientes informaciones, la economía norteamericana se encuentra ya oficialmente en recesión, al igual que Japón, el Reino Unido y varios países de la Unión Europea.
En los Estados Unidos, lugar de origen de la crisis, el desplome ha sido dramático. Empresas emblemáticas del sistema financiero norteamericano, como Bear Sterns, Lehman Brothers y Merryl Lynch han desaparecido.
La industria manufacturera ha sido tambaleada; el comercio, impactado; el sector inmobiliario, diezmado; y hasta las tres grandes empresas de la industria automotriz, la Chrysler, la Ford y la General Motors, se encuentran en estos momentos a merced de la mano generosa del gobierno norteamericano.
Para que se tenga una idea de la intensidad y el alcance que está teniendo la actual crisis financiera sobre la economía de los Estados Unidos, sólo basta indicar que durante el pasado mes de noviembre, se perdieron más de 530 mil empleos.
Pero lo mismo está ocurriendo en China, en la India, en Alemania y en España, para sólo mencionar algunos de los países desarrollados o de economía emergente, considerados como los motores del crecimiento y el desarrollo económico mundial.
En China, por ejemplo, el crecimiento económico ha disminuido en más de cinco puntos. De una proyección inicial de un 11 por ciento, ahora se estima que sólo crecerá un 6 por ciento. Cerca del 50% de las empresas exportadoras han cerrado. El desempleo se ha incrementado en niveles alarmantes y las tensiones sociales se esparcen por distintas partes del país.
En la India ocurre igual. Lugares mundialmente famosos, como Bangalore, hoy contemplan, de manera impotente, el cierre de muchas de sus empresas de alta tecnología.
En Alemania, la desaceleración del crecimiento ha provocado inquietud en las autoridades del país. Miles de trabajadores son despedidos cada día, de empresas tan importantes como DaimlerChrysler, Volkswagen y Siemens.
España, por su parte, vive uno de sus momentos más críticos de las últimas décadas. También miles de empleos se han perdido, el ritmo de crecimiento ha disminuido, el sector inmobiliario se ha desplomado y la preocupación envuelve a diferentes sectores del país.
En el Reino Unido, varias de las instituciones financieras más respetadas y de mayor tradición se han desmoronado. La alarma del desempleo cunde por todas partes y el nerviosismo se apodera de diversos segmentos de la población.
Dentro de ese contexto, es lógico comprender que una economía pequeña y abierta como la de la República Dominicana, así como el resto de las economías de países emergentes y en vías de desarrollo enfrenten importantes desafíos.
De hecho, la referida crisis ha obligado a la mayoría de países de América Latina a realizar varias revisiones a sus proyecciones económicas para el cierre del 2008-2009.
En este tenor, vale destacar que las proyecciones más recientes del Centro de Estudios Económicos para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL), indican que Latinoamérica registraría un crecimiento económico de 4.7% para el cierre del 2008, resultando menor al 5.7% registrado en el 2007.
La economía dominicana, después de haber crecido a una tasa promedio anual de 9.5% en los últimos tres años, es decir, del 2005 al 2007, y luego de haber crecido 7.5% durante los meses de enero a junio del 2008, proyecta cerrar este año, sin embargo, en torno al 5%.
En términos comparativos con otras naciones de América Latina y del mundo, y tomando en consideración las adversas condiciones externas, podríamos considerar que ese crecimiento proyectado del 5% para este año todavía resulta satisfactorio, pero, en verdad, por debajo de los niveles acostumbrados durante las gestiones de gobierno que nos ha tocado presidir.
En todo caso, es justo reconocer que aún por debajo de nuestros niveles tradicionales, esos resultados estimados han sido posibles gracias a las valientes y previsoras medidas que hemos adoptado para mitigar el impacto de la crisis financiera global sobre nuestro país.
Esas disposiciones que comenzaron a surtir sus efectos a partir del tercer trimestre de este año, esto es, a partir del mes de julio, encuentran su justificación, además, en las propias condiciones internas de nuestra economía, como consecuencia del vertiginoso crecimiento de la demanda interna, unido al incremento del crédito bancario, el cual duplicaba la expansión de la producción nominal, o lo que es lo mismo, la producción no ajustada a la inflación.
Todo lo anterior, en combinación con los insidiosos efectos de los altos precios del petróleo, los alimentos y las materias primas durante la primera mitad de este año, produjo un deterioro en la cuenta corriente de la balanza de pagos.
Con relación a este último tema, es preciso aclarar que para analizar su saldo actual, no sólo debe considerarse si presenta un superávit o un déficit, pues el hecho de que obtenga un superávit, no necesariamente significa que sea un elemento positivo en lo referente al desempeño económico.
Por ejemplo, en los años 2003 y 2004, se produjo un superávit de la cuenta corriente. Sin embargo, estos saldos fueron el reflejo de una fuerte contracción de la economía dominicana y una masiva fuga de capitales, ocasionada como consecuencia de la crisis bancaria y la falta de confianza.
De igual manera, los saldos deficitarios son característicos de economías abiertas y en vías de desarrollo como la nuestra.
La clave para que un resultado deficitario de la cuenta corriente sea sostenible, es que pueda contar con fuentes adecuadas de financiamiento, preferiblemente ingresos de capitales con vocación de permanencia, como serían las inversiones extranjeras directas y las remesas.
En el caso particular de nuestra economía, el resultado de la cuenta corriente ha sido históricamente deficitario. No obstante, esto no ha sido motivo de preocupación debido a la significativa afluencia de recursos externos, fundamentalmente de inversión extranjera.
Desde el año 2005 la Cuenta de Capital y Financiera de la balanza de pagos ha duplicado el déficit de cuenta corriente, permitiendo no sólo su financiamiento, sino, además, la acumulación de reservas internacionales en un entorno de relativa estabilidad cambiaria.
Para el año 2008, la cuenta corriente de la balanza de pagos no enfrentará problemas de financiamiento, y esto así, debido a la significativa entrada de capitales externos al país, principalmente en la forma de inversión extranjera directa la cual se estima alcanzaría un monto record de 2 mil 800 millones de dólares, un aumento de 1 mil 290 millones de dólares respecto al año 2007.
Para el 2009, considerando los últimos acontecimientos económicos, financieros y políticos de la economía estadounidense y sus efectos en el país, las proyecciones de precio del petróleo hechas por los analistas del FMI, así como los precios a futuro de los principales bienes exportados, como los del ferroníquel, se ha estimado que el déficit de la cuenta corriente estaría en cerca del 6% del PIB, lo cual contribuiría a que concluyamos el año próximo con unos resultados positivos de la balanza de pagos global.
Eso significaría, además, que habría una disminución significativa del 2% del PIB con respecto al déficit del 2008.
En lo referente al desempeño del turismo y las remesas, sectores cuyas perspectivas han sido objeto de pronósticos adversos, se mantendrían en el 2009 como importantes fuentes de ingreso de divisas, aunque con niveles de crecimiento menores a los promedios históricos, pero superiores, en términos absolutos, a los del 2008.
De igual manera, se espera que la inversión extranjera directa constituya una fuente importante de financiamiento en el 2009, la cual se estima ascendería, por lo menos, a unos 2 mil 300 millones de dólares.
Ese nivel, que podría considerarse adecuado debido a la desaceleración de la economía mundial, sería, sin embargo, como porcentaje del PIB, superior al promedio registrado en los últimos diez años, lo que pone de manifiesto las perspectivas positivas de los inversionistas extranjeros en torno a nuestra economía.
En resumen, como ha podido apreciarse, el año 2008, desde el punto de vista económico, ha sido un año inusual.
Durante algunos meses, sobre todo durante la primera parte del año, la preocupación fundamental estuvo centrada en la inflación, generada por los altos precios del petróleo y los alimentos, así como por el crecimiento de la demanda interna de nuestra economía; pero luego, la preocupación se produjo en sentido contrario, esto es, a que se había producido una disminución del crecimiento de la economía como resultado de la recesión global y de medidas monetarias restrictivas adoptadas en el plano interno.
Nunca antes, que tengamos memoria, se había presentado, en tan breve periodo, una situación tan diametralmente opuesta, de alta inflación a recesión generalizada, todo lo cual indica los vaivenes por los cuales hemos tenido que atravesar durante el transcurso de este año y la incertidumbre y volatilidad a que aún nos veremos sometidos en el porvenir inmediato.
En lo que atañe al comportamiento de los precios internos, a pesar de que la inflación acumulada a septiembre de este año fue de 10.76%, la drástica reducción de los precios del petróleo ha permitido que en octubre y noviembre los precios internos registraran tasas de crecimiento negativas, lo que quiere decir que en sólo dos meses la inflación ha caído 4.33%.
He recibido informaciones del Instituto Nacional de Protección de los Derechos del Consumidor, mejor conocido como Pro-Consumidor, en el sentido de que durante los últimos dos meses varios productos empezaron a bajar a bajar de precios, como, por ejemplo, el huevo, el bacalao, el azúcar blanca, el aceite de soya, el arroz selecto, las habichuelas pintas, las habichuelas rojas, la leche milex, la leche listamilk rica, el pollo congelado y las pastas alimenticias.
Consideramos que algunos de estos productos, así como otros de la canasta familiar no han disminuido de precios en proporción con la baja experimentada en los mercados internacionales, razón por la cual le solicito a los directivos de Pro-Consumidor que establezcan un observatorio de precios que les permita disponer de mejor información sobre la situación de los precios, y por consiguiente, proteger y defender los intereses del pueblo consumidor.
En todo caso, cabe señalar que al cierre de este año, la inflación, que fue el gran tormento y el gran dolor de cabeza durante varios meses, no sobrepasará, sin embargo, el 7%, el cual resultaría inferior a la registrada en el 2007.
Con esos resultados, se le da cumplimiento a la meta establecida en el marco macroeconómico elaborado para el año 2008, lo que podría calificarse, sin lugar a dudas, como un logro extraordinario, desde el punto de vista monetario.
En lo que respecta al proyecto de Presupuesto y Ley de Gastos Públicos para el próximo año 2009, recientemente sometido al conocimiento de las cámaras legislativas, los ingresos que el Gobierno recibirá serán prácticamente iguales a la estimación establecida en el presupuesto de este año 2008.
Para este año 2008 la estimación de ingresos fue de 249 mil millones de pesos y para el año próximo será de 251 mil millones de pesos, es decir, una diferencia de escasamente 2 mil millones de pesos.
Claro está, si los ingresos proyectados para el 2009 son iguales a los del 2008, el gasto necesariamente tendrá que ser igual.
Esa es la razón por la cual no se le aumentó, pero tampoco se le disminuyó, el presupuesto a ninguna institución que recibe fondos de la Ley de Gastos Públicos.
No obstante, debido a que luego de aprobarse el presupuesto del 2008, el Gobierno reajustó en un 15% los sueldos hasta 30 mil pesos mensuales, estableció el salario mínimo y las pensiones en 5 mil 108 pesos mensuales e incrementó la seguridad social en 1 mil 500 millones de pesos anuales, esas medidas elevarán el presupuesto del 2009 en 19 mil millones de pesos.
Otro elemento que contribuye al incremento del gasto para el próximo año está relacionado con el aporte que hace el Gobierno al Banco Central para reducir el déficit cuasi fiscal.
En el presupuesto sometido al Congreso Nacional para el año 2009, se incluyeron los recursos destinados a cubrir los intereses para la recapitalización del Banco Central y los recursos pendientes de pagar este año, los cuales fueron transferidos mediante el Presupuesto Suplementario para ser pagados en los primeros meses del año próximo.
Con esto, el Gobierno dominicano envía una clara señal a los mercados locales e internacionales de su firme voluntad de honrar sus compromisos financieros.
Esa decisión, además, contribuirá a que el Banco Central pueda a inicios del año próximo ir flexibilizando su política monetaria e ir disminuyendo, de manera gradual, la tasa de interés de los préstamos bancarios, con lo cual se contribuye a una reactivación interna del dinamismo económico.
El tercer factor que incide en el aumento del gasto del próximo año son los incrementos que tuvimos que consignar por concepto de compra de medicamentos, materiales y suministros para los hospitales y escuelas que se construyeron e inauguraron durante el presente año. Por este concepto, el presupuesto fue aumentado en 2 mil millones de pesos.
La suma de estas tres partidas nos arroja un aumento de 29 mil millones de pesos, y esa es la razón por la cual el presupuesto total de este año, no sólo la estimación de ingresos, es de 300 mil millones de pesos y el del año que viene será de 329 mil millones.
Quiero aprovechar la ocasión para reafirmar las declaraciones del Equipo Económico del Gobierno sobre sus conversaciones con la misión del Fondo Monetario Internacional que recientemente visitó el país.
Sobre ese particular permítanme enfatizar que en ningún momento se discutió la posibilidad de una reforma tributaria para el 2009. Tampoco hubo referencia alguna sobre aumentos o creación de nuevos impuestos por parte de la misión del FMI.
El ajuste fiscal al cual se ha referido el Fondo Monetario, es en base a un ajuste del gasto público, que ya está contemplado, como hemos dicho, en el presupuesto del 2009, y no a un aumento de los ingresos a través de una nueva reforma tributaria.
Este ajuste consiste básicamente en la focalización y reducción de los subsidios, así como de los gastos de capital.
Con el Fondo Monetario Internacional, como le indicamos en el día de hoy a su Director Gerente, Dominique Strauss-Kahn, a lo que aspiramos es a la entrada en vigencia, en el plazo más breve posible, de un acuerdo de monitoreo del desempeño de la economía dominicana, para de esa manera garantizar la continuidad de la estabilidad y la confianza en nuestros mercados, a pesar de las condiciones de vorágine financiera internacional.
Por otra parte, es preciso hacer referencia, también, a dos aspectos que siempre han representado una alta prioridad para nuestro Gobierno, los cuales serán preservados, a pesar de las limitaciones y restricciones que se nos presentarán en el próximo año.
Es el caso de la educación y la salud, a las cuales se les han asignado las mayores partidas en el próximo presupuesto.
Con 33 mil 350 millones de pesos, la Secretaría de Educación es la Secretaría de Estado que tiene la mayor asignación en el presupuesto del año próximo. Eso representa el 10.14% del total del gasto.
A eso le sigue la Secretaría de Salud Pública con una asignación de 30 mil 794 millones de pesos. Ambas secretarías obtienen, así, una asignación equivalente al 20% del presupuesto.
Es conveniente aclarar que no todo lo que el Gobierno gasta en educación es a través de la Secretaría de Educación. A la suma asignada a esta Secretaría hay que agregarle el presupuesto de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, que es de 5 mil 167 millones de pesos, las construcciones que realiza la Oficina Supervisora de Obras del Estado, principalmente en la UASD y en otras instituciones de educación técnica y superior, así como por los recursos que destinan otras secretarías e instituciones públicas a la educación.
Lo mismo ocurre con la Secretaría de Salud Pública. Al presupuesto de esta secretaría hay que sumarle las asignaciones de los hospitales militares y de la Policía Nacional, del régimen subsidiado de la seguridad social y del Instituto Dominicano de Seguros Sociales, así como las transferencias de las instituciones privadas que se dedican a la prestación de servicios de salud.
Nuestra aspiración es que podamos aportar aún mayor cantidad de recursos al área social, para beneficio, sobre todo, de los sectores más desprotegidos de la población, y es una meta que iremos alcanzando en la medida en que mejore el desempeño de la economía en su conjunto.
En materia monetaria, el Banco Central está diseñando un programa para el 2009 con un objetivo de inflación no mayor del 7%, el cual es consistente con el ajuste fiscal incorporado en el presupuesto para el próximo año.
Como forma de contribuir a acelerar el crecimiento y generar empleos, hemos estado sometiendo a licitación pública internacional y a la aprobación del Congreso Nacional, para fines de concesión, en las últimas semanas, un conjunto de proyectos de desarrollo de infraestructuras, como son, por ejemplo, la carretera de El Coral, el Boulevard del Atlántico Norte, el Corredor Vial de la Duarte, el proyecto de Viadom, la segunda línea del Metro y el tren de Santiago a Haina.
Consideramos que de poder realizarse estos proyectos, como esperamos efectivamente así sea, la República Dominicana estaría en una posición de ventaja para sortear los efluvios de la actual tormenta financiera global.
En adición, someteremos próximamente a las cámaras legislativas un proyecto de ley elaborado por una comisión técnica que habíamos comisionado para tales efectos, a los fines de permitir el acceso a los fondos de pensiones, que en estos momentos andan por alrededor de 68 mil millones de pesos.
De esa manera, estableciendo todas las garantías de lugar, estos fondos podrán ser utilizados en la construcción de viviendas para trabajadores y para familias de bajos ingresos, así como para la ejecución de varios proyectos de infraestructuras.
De igual forma, para facilitar el acceso del sector privado productivo a recursos financieros que contribuyan a sostener el crecimiento económico en los países de América Latina, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), ha creado un programa, denominado Programa de Liquidez para la Sostenibilidad del Crecimiento, en virtud del cual la República Dominicana podrá acceder hasta 500 millones de dólares durante el próximo año.
Con esos nuevos recursos, colocados a través de un banco de fomento, como lo es, por ejemplo, el Banco Nacional de la Vivienda, podremos contribuir a las necesidades de financiamiento de la industria nacional, de las medianas, pequeñas y microempresas y del sector agropecuario.
Con la aplicación del conjunto de estas medidas procuramos, a pesar del entorno internacional adverso, contribuir a la generación de nuevos empleos en la República Dominicana, con lo cual protegemos el bienestar de nuestros conciudadanos.
No escapa a nuestra atención que debido a la situación de recesión global, que se traduce en una disminución de la demanda, y en algunos casos, a baja de precios de productos de exportación, algunas empresas se vean temporalmente afectadas y tengan que despedir trabajadores.
Algo así es lo que ha ocurrido en estos días con la empresa de Falconbridge en Bonao. Por esa razón, durante el transcurso de esta semana visitaré esa comunidad en compañía de varios funcionarios del Gobierno, con la finalidad de sostener un encuentro con los 900 trabajadores liquidados por la empresa minera y ponderar fórmulas posibles de mitigación del impacto creado por la caída de los precios internacionales del ferroníquel.
Pero así como en algunos casos perdemos puestos de trabajo, debido a los malos tiempos de la economía mundial, en otros casos estaremos en condiciones de generar nuevas oportunidades trabajo.
Recientemente, por ejemplo, asistí a la ceremonia del primer picazo de un nuevo proyecto turístico del Grupo Piñero, entre La Romana y San Pedro de Macorís, el cual contará con una inversión de mil millones de dólares y generará entre 8 mil y 10 mil nuevos empleos directos.
Próximamente haré lo mismo en el proyecto turístico Punta Perla, con una inversión de cerca de 2 mil 600 millones de dólares y una capacidad de generación de empleos entre 12 mil y 15 mil nuevos empleos.
En el área de Bávaro, en el proyecto Vista Cana, se iniciará, próximamente, una inversión de mil 400 millones de dólares, la cual contribuirá también a generar cerca de 10 mil nuevos empleos.
La semana pasada me reuní con los directivos de la empresa canadiense de textiles Gildan, quienes me anunciaron la creación de 2 mil 500 nuevos empleos en sus instalaciones en el área de Guerra y las posibilidades de generar en el futuro 600 más en Bayaguana.
En el área de Maimón, inició sus operaciones en estos días la empresa Golden Star, con 237 empleados.
En fin, a pesar de la calamitosa situación internacional, la República Dominicana sigue siendo un destino preferido para la inversión y la generación de empleos, y albergamos la esperanza de que así será en el futuro próximo y el largo plazo.
No obstante, estoy consciente, también, que en estos momentos el país se enfrenta a un conjunto de dificultades, entre los cuales destacan, entre otros, la sempiterna crisis del sector eléctrico y el combate al crimen y al narcotráfico.
Con respecto a lo primero, debo indicar que estamos formando, mediante decreto, una comisión mixta público-privada de fortalecimiento del sector eléctrico nacional.
Con esa comisión trabajaremos en la aplicación de un plan integral que permita de aquí al año 2012 ir solucionando los problemas estructurales del referido sector.
En lo inmediato, hay una dificultad, de carácter coyuntural, generado por el alza de los precios del petróleo a mediados de año, el cual, para impedir que afectara directamente a los consumidores, fue asumido directamente por el Gobierno, y eso, en la actualidad, ha generado una deuda con los generadores de unos 300 millones de dólares.
Es esa deuda, adicionada al subsidio prevista para el año, que ha sido enteramente cubierta por el Gobierno, la causa fundamental de los apagones que el país estuvo experimentando de manera particularmente aguda hace aproximadamente un mes.
Para solucionar el problema de esa deuda creada por el alza de los precios de los combustibles, hemos sometido recientemente a la consideración del Congreso Nacional, un proyecto de Ley que procura crear la apropiación de lugar para luego proceder a identificar alguna fuente de financiación.
Pero más allá de ese problema coyuntural, lo que procede es concentrar todos nuestros esfuerzos en la búsqueda de soluciones de carácter estructural.
Para esos fines, contaremos con la presencia, a partir del próximo 18 de este mes de diciembre, de una misión de los Emiratos Árabes Unidos, para examinar la propuesta que el Gobierno recientemente le había enviado para lograr su cooperación, como nos fue prometida durante mi viaje reciente a la región, en lo referente al sector eléctrico nacional.
Con esa misión de los Emiratos Árabes Unidos, como por varias otras alternativas, procuraremos enfocarnos en cómo aumentar la generación eléctrica durante los próximos cuatro años en unos 500 megavatios adicionales; el cómo modificar el tipo de combustible que actualmente se utiliza en la generación de las plantas, que actualmente es sobre todo fuel oil número 2 y número 6, por un tipo de combustible más barato y menos contaminante, como sería, por ejemplo, el gas natural.
En concordancia con esta última idea, propondremos la construcción de una terminal de gas natural en la costa Norte del país, que pueda servir tanto para consumo interno como para exportación al mercado de los Estados Unidos.
Estimularemos la instalación de proyectos de energía renovable, especialmente de energía eólica, o movida por viento, energía solar y biomasa.
Plantearemos la necesidad de una inversión anual, en el área de distribución, de 120 millones de dólares, a los fines de disponer de nuevos medidores y nuevas tecnología que nos permitan reducir las pérdidas e incrementar los cobros por el uso del servicio eléctrico.
Finalmente, abordaremos la necesidad de proceder a la ejecución de varios proyectos de líneas de transmisión de 138 y 145 kilovoltios por un valor de 150 millones de dólares.
Estamos firmemente convencidos que con sólo abordar de manera eficaz los aspectos previamente esbozados los dominicanos podremos avanzar hacia el siglo XXI con la convicción de que la pesadilla de los apagones será cuestión del pasado.
Con respecto a la situación de criminalidad, violencia y tráfico ilícito de drogas que vive la nación, nos permitimos, en primer término, expresar nuestra más absoluta coincidencia con su Eminencia Reverendísima, Nicolás de Jesús, Cardenal, López Rodríguez, al expresar la necesidad de enfrentar con firmeza las actividades delictivas que han conducido al país a un estado de ansiedad, de angustia, de miedo y de zozobra.
Lo he dicho en otra ocasión y ahora lo repito con mayor intensidad para todo el que tenga responsabilidad en este campo escuche con claridad cuáles son nuestras instrucciones. En lo referente a las acciones delictivas y al narcotráfico, la consigna es: Cero Tolerancia.
Para alcanzar ese objetivo, se fortalecerá el Consejo de Seguridad Nacional, a los fines de que el mismo se convierta en un órgano de planificación y formulación de políticas de seguridad, realice los diagnósticos de lugar y aplique las políticas formuladas.
Para la protección de nuestro espacio aéreo, que es por donde ha estado entrando en los últimos tiempos la mayor cantidad de drogas al país, hemos dispuesto la adquisición de los aviones Super Tucanos, así como de dos radares de alcance nacional a ser utilizados a los mismos fines.
Fortaleceremos la capacidad operativa de la Policía Nacional y la Dirección Nacional de Control de Drogas para hacer frente a la delincuencia común y organizada, así como al narcotráfico nacional e internacional, respectivamente.
El Procurador General de la República, la Dirección Nacional de Control de Drogas y la Policía Nacional deben aunar esfuerzos para elaborar un Plan Estratégico dirigido al desmantelamiento de los puntos de drogas que afectan los barrios y sectores del país.
De igual manera, la Marina de Guerra debe fortalecer las labores de vigilancia permanente de las aguas territoriales dominicanas para evitar el bombardeo de drogas, sancionando drástica y de manera ejemplar, a toda persona, civil o militar, sin importar rango o condición, que tenga algún tipo de participación, directa o indirectamente, con estos crímenes, a quienes les será aplicado todo el peso y rigor de la ley.
No escapa a mi comprensión que para salir airosos de todos estos desafíos que se ciernen sobre la República Dominicana hace falta actuar unidos como nación.
Para esos fines, estaré convocando para el próximo mes de enero a un gran encuentro de todas las fuerzas vivas del país, para que entre todos podamos definir el curso de acción que como sociedad debemos seguir en estos momentos de adversidades, infortunios e incertidumbre.
No me cabe la menor duda de que una vez más, protegidos por la magnanimidad del Todopoderoso, la República Dominicana saldrá fortalecida de esta nueva prueba a que como nación nos hemos visto sometida por el torbellino de los tiempos.
Al finalizar, sólo les deseo que disfruten junto a sus seres más queridos el próximo período de Navidad, que todos sus sueños e ilusiones logren cristalizarse y que el año venidero sea un año de paz, amor, prosperidad y bienestar para la familia dominicana.
Muchas Gracias.
Buenas Noches.
Tuesday, December 9, 2008
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